NINA
En la imagen mujeres de la noche(trabajadoras sexuales), aguardan por clientes. Foto/nuevaya.com.ni |
Según la secretaria
ejecutiva de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe,
Elena Eva Reynaga, en Nicaragua las trabajadoras sexuales se desempeñan con
mayor tranquilidad en comparación con otros países, en donde son golpeadas y
extorsionadas por las autoridades policiales.
“Este trabajo es criticado y a nosotras nos
discriminan, pero la sociedad no recrimina a nuestros clientes que son quienes
nos buscan y demandan de nuestros servicios sexuales”, reflexionó Elena Eva
Reynaga, quien ejerce la profesión más antigua del mundo en Argentina desde
hace 35 años.
María Dávila, quien es representante de la Asociación de
Mujeres Trabajadoras Sexuales Golondrinas, dijo que su grupo que ella lidera,
está contento debido a que la Asamblea
Nacional les concedió la personería jurídica, mediante esta disposición constitucional,
les permitirá mayor organización y
atención.
De acuerda a Dávila en Nicaragua, hay más de
once mil trabajadoras sexuales, de las cuales más de mil mujeres, están
organizadas en la Asociación Golondrina y Girasoles, precisó.
A pesar que los estudios
demuestran que en Nicaragua existe mayor
seguridad para este sector de la sociedad, unas 500 prostitutas se unieron en
días recientes en Managua, para exigir respeto.
"No somos basura.
Hacemos este trabajo porque no hay empleo. Estaba pasando hambre", afirma
Conny, una madre soltera de 43 años, quien desde hace siete años trabaja en
bares y a domicilio.
Durante un examen de
rutina en una clínica pública que atiende a prostitutas, Conny relata a la AFP
que fue violada por su tío cuando tenía solo seis años y de joven fue
maltratada por quien era su esposo.
A su lado, Estefanía
enumera los vejámenes sufridos. "Una vez la policía nos llevó presas,
hicieron que nos agacháramos desnudas para revisarnos, nos golpearon y quitaron
los reales (dinero)", dice esta joven de 23 años, que se acuesta con unos
diez hombres al día, por cinco dólares cada uno, sin que lo sepa su familia.
Relata que hay clientes
que a algunas "las lanzan del carro desnudas, les tiran la ropa por la
ventana y no les pagan". Toda esa situación la hace caer en depresiones.
Para ellas su trabajo es
una actividad laboral más que debe ser aceptada y respetada por la sociedad.
Prefieren que no se les llame prostitutas, sino trabajadoras sexuales.
NINA/Eliázar Sánchez
Fuentes/ AFP,
diariocolatino.com y nuevaya.com.ni
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