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Foto/BBC |
Mediante la comparación en los cambios genéticos de una persona de 100
años, un adulto y un recién nacido, los expertos descubrieron una las de claves del por qué el
cuerpo humano cambia y envejece con el paso del tiempo.
El estudio realizó
análisis de los epigenomas de un hombre de 103 años y de un bebé recién nacido.
De acuerdo a los investigadores, el estudio ofrece
información importante sobre los procesos moleculares que influyen en el
envejecimiento y presenta la posibilidad de, algún día, poder revertir este
proceso.
El estudio, publicado
en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) (Actas
de la Academia Nacional de Ciencias), se centró en un nuevo campo de
investigación llamado epigenética: las influencias "escondidas" -las
no relacionadas con la herencia- que regulan las funciones de nuestros genes
activándolos o apagándolos.
La opinión generalizada
es que nuestro ADN contiene toda la información que heredamos y que lo que un
individuo haga a lo largo de su vida no podrá ser heredado biológicamente a sus
hijos.
La epigenética, sin
embargo, propone que hay un sistema de control que "enciende y apaga"
nuestros genes y que todas las experiencias ambientales de la gente, como su
nutrición y estrés, tienen una influencia en estos apagadores genéticos, lo
cual puede ser heredado en los humanos.
Es decir, el medio
ambiente y nuestras elecciones pueden influir en nuestro código genético y en
el de nuestros hijos.
Desde hace tiempo los
científicos están tratando de entender qué es lo ocurre dentro del organismo, a
nivel celular, cuando una persona envejece.
¿Qué procesos influyen
en el desarrollo de arrugas? ¿Por qué nuestros músculos se desgastan? ¿Por qué
nuestro cerebro se vuelve cada vez más ineficiente?
En la búsqueda de
respuestas a estas preguntas, el profesor Manuel Esteller, director del
Programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigación
Biomédica Bellvitge en Barcelona y profesor de genética de la Universidad de Barcelona,
estudió los "epigenomas" -las modificaciones epigenéticas- que han
ocurrido en el ADN- de un recién nacido y un centenario de 103 años.
El ADN en nuestras
células contiene los "planos de construcción" del cuerpo humano y
cada una de las células en nuestro cuerpo tiene una copia de estos planos.
La epigenética es un
nuevo campo de investigación que ahora estudia el proceso de envejecimiento.
Obviamente no utilizamos
estos planos completos durante todo el tiempo: las células de los huesos, por
ejemplo, utilizan diferentes porciones de estos planos que las células
cerebrales.
Ahora, en su nueva
investigación, el profesor Esteller y su equipo encontraron que las señales
químicas que regulan el control de estos planos -las llamadas marcas
epigenéticas- se deterioran con el paso del tiempo.
Y los epigenomas de un
individuo varían dependiendo de su edad, incluso en el mismo tejido u órgano.
Una de las formas de
poder apagar un gen es añadir compuestos químicos, llamados grupos metilo, a
puntos específicos del ADN.
El profesor Esteller
comparó la proporción de los sitios del ADN que tenían metilación en glóbulos
blancos de un hombre de 103 años y de un bebé recién nacido.
Los resultados mostraron
que el neonato tenía grupos metilo apagando genes en más de 80% de los sitios
posibles.
El centenario los tenía
en el 73%. Esto es una diferencia de casi medio millón de sitios entre uno y
otro.
Posteriormente llevaron
a cabo una prueba con un adulto de 26 años que mostró metilación en 78% de
sitios de su ADN.
Esto, dice el doctor
Esteller, quiere decir que al comienzo de nuestra vida tenemos un control muy
firme de nuestros genes.
Pero al final de nuestra
vida tenemos un epigenoma distorsionado en el cual se ha perdido mucho control
de nuestros apagadores genéticos y con una expresión inapropiada de genes.
Y muchos de los genes
que pueden protegernos de enfermedades están apagados.
"La epigenética
juega un papel crucial en el envejecimiento", explica el investigador a la
BBC.
"Y los cambios
epigenéticos entre recién nacidos y centenarios afectan muchos, muchos
genes".
Esto a su vez puede
afectar las características físicas asociadas con la vejez, agrega.
La pregunta ahora es:
¿es posible cambiar el epigenoma de una persona?
Algunos estudios han
mostrado, por ejemplo, que la dieta de una mujer embarazada puede afectar
epigenéticamente el riesgo de obesidad de su hijo.
Y ¿podemos hacer algo
para vivir una vida más larga y sana?
"Quizás sí podemos
cambiar nuestro epigenoma desde el exterior para retrasar nuestro
envejecimiento", dice el profesor Esteller.
Actualmente ya se están
desarrollando fármacos epigenéticos, entre ellos cuatro para combatir el
cáncer.
"En términos de
nuestro estilo de vida, ya sabemos que el ejercicio puede apagar
epigenéticamente los principales genes de obesidad", afirma el profesor
Tim Spector, del King's College de Londres y autor del libro sobre
epigenética "Identically Different".
"Además de la
investigación de células madre, ésta es un área crucial de investigación sobre
la vejez: encontrar formas de alentar a nuestros genes a permanecer
sanos", agrega el científico.
NINA/Eliázar Sánchez.
Fuentes/BBC, Prensa latina, El nacional.